domingo, 13 de junio de 2010

No tengo Hijos... pero este Sábado es la excepción.


Ok, acepto llevar a las hijas de mi amiga (enferma) a la "Tallarinata- Mundialera" del colegio Saint George. Todo parece normal excepto porque el padre de las niñas, ha decidido quedarse cuidando a su mujer...mmm ya sé..debió ser sospechoso de entrada...
Confieso que, volver al lugar donde hice todo mi período escolar, me parece inofensivo...GRAVE ERROR: ¡el nuevo rostro del pasado casi nunca lo es! y, adoptar dos niñas adolescentes sin ningún entrenamiento previo (aunque solo sea por unas horas) puede consagrar la perversión más prolija de cualquier productor de REALITY.

Al llegar, entiendo que, el padre de mis queridas niñas, no es nada samaritano: el evento es ruidoso¡¡¡Ruidoso!!! Jamás apagan el micrófono que, por cierto, suena como el culo. Probablemente todos los que cantan y hablan No, pero con semejante amplificación, honestamente da igual.
Está lleno de ex compañeros que lucen como suelo recordar a los padres de ellos mismos...pero después de una deshidratación...oh cielos, que mayores nos estamos viendo.
El ruido no para nunca, nunca en ningún segundo. La comida se demora y cuando al fin está por llegar, los niños (que son muchos y maquillados para no ser reconocidos) se roban los platos. Una conocida (y ya amiga) con quien termino compartiendo mesa, me obliga a esconder algunos debajo de otros platos con la sentencia de que lo hacemos para sobrevivir, "es válido, no te averguences, yo soy madre, yo sé"...
Empiezo a bendecir que lo mío es sólo por hoy y llamo a una de las niñas a la que por cierto no veo desde que llegamos. Me atiende, dice "Estoy ocupada" y me corta.
De hecho, cuando suben la cumbia caigo en cuenta que las dos desaparecieron entre amigas más maquilladas que yo en mis mejores performances de vedette.
Pago lo que sea por uno copa de tinto.
Pago de más, porque es un evento de beneficencia.
Las imágenes me persiguen mientras ya, algo envalentonada, también hago una persecución hasta llegar a las niñas, las que (creo o quiero creer) sienten un poco de alegría al sentirse cuidadas.
Alguien me lanza un proyectil en la cabeza porque, ya sentada y resignada a que mis "hijas postizas" no vinieron para estar conmigo, hago tiempo de escribir esto. Lo lograré igual, aunque los niños soplan cornetas que podrían bajarme de mis mejores Himalayas...mi venganza está pagada con la crónica que estás leyendo.
De pronto todas esas caritas que finalmente son queribles, parecen racimos de Dios que como siempre es un o una revoltoso/a.


En el auto, la felicidad que traen las niñas, se parece al ritmo de los grillos debajo de las estrellas en la montaña...
¿Se repite el plato? dijo el joven frente a los últimos fideos (fríos) que le quedaban -No me lo repito, es mi primer plato...pero sírvame solo un poco, los quiero probar.