domingo, 7 de septiembre de 2008

Odio de Monja


Hace poco entré a un baño público y comprendí que, una de las consecuencias concretas de rezar es la disolución del odio. La puerta estaba extremadamente aceitada y me golpeó la cabeza. El espacio era ínfimo y mi hábito de monja, hiper difícil de manipular. Acertarle al inodoro en esas condiciones fue toda una acrobacia. Entonces, mientras lograba hacer pipí pensé en mi hermano Efraín que vive de la música y toca en un grupo satánico. La última vez que nos vimos me preguntó como si fuera la cosa más normal del mundo:
¿Alguna vez dejas de creer en Dios? o mejor dicho
¿alguna vez dejas a Dios de Lado para poder ser Dios?
Debo haber puesto una cara completamente absurda porque él, al mirar mi reacción se largó a reír de buena gana.
...Creo que pasé un par de días insomne y rezando hasta que la pregunta me dio risa, la misma risa que él tenía. Es la alegría de plantear un problema que seguirá abierto para ejercicio de iluminación... su risa era contagiosa... claro con algo de delay.
Entonces el recuerdo me hizo reír mientras desagotaba mi orina en una maniobra que desafiaba mi psico-motricidad fina en el baño público de la estación.
Ahora, mientras el paisaje del tren se desliza por el ventanal y ya sentada, agradezco que Dios nunca me deje de lado y me sigo riendo como se debe reír él y/o ella de esta pregunta abierta que somos los humanos.
El tren me dejará a cuadras del hogar de niños abandonados donde vivo. Ahi también es habitual buscar maneras de jugar hasta reir para disolver nuestros odios.

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